jueves, 8 de marzo de 2012

El parlamento es un mercado. Mercado municipal.





Estoy siguiendo por televisión el debate de la reforma laboral que se celebra en el parlamento. La conducta de los diputados es el fiel reflejo de la conducta que llevan con los ciudadanos en cuestión social: desvergüenza total, despreocupación absoluta y egoísmo infinito particular. El rumor constante mientras se explican sus señorias es similar al de un mercado municipal. Moviles al oido, risas por el chascarrillo o chiste contado al vecino...Esto provoca una impotente rabia y trae al recuerdo nefastas imágenes pasadas. Alguna fuerza democrática y que represente a todo el sentimiento ciudadano, debería irrumpir y decir: ¡¡Que se callen, coño!!. Sinvergüenzas.

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