viernes, 28 de enero de 2011

La Zarpa.


He visto muchos castillos medievales, unos más llamativos que otros pero todos  sorprendentes y todos con algún  detalle que los hacen siempre diferentes y por lo tanto dignos de estudio. Nunca aburren al curioso.
Los hay pequeños y grandes, encaramados en puntiagudas rocas como si mágicas fuerzas los hubiesen dejado caer en vez de construirlos. Los hay engañosos y juguetones, como aquellos que se nos presentan amablemente aposentados al fondo de una plaza o extensa planicie, como lugares de dócil conquista y que,  bordeando un poco su perimetro, vemos que en casi la totalidad de su recorrido asoma a terroríficos abismos.

Caminaba siguiendo el perímetro de este castillo encaramado sobre una enorme colina de suave pendiente al que se asciende por una recta carretera. En la otra vertiente la vista nos asoma a un ancho cauce de variados tonos de verdes vegetales  y de formas dispaqres salvado por  un recio y majestuoso puente de piedra. Es el rios Guadina.
Sigo observando los muros ruinosos con algunos  tramos restaurados y excavaciones a sus pies en donde existieron construcciones mucho más antiguas que la  que forman los bloques del castillo.
Los muros, cuyas bases se alzan unos metros sobre mi cabeza, se asientan sobre la roca directamente añadiendo simplemete alguna hilada más de bloques para salvar las pequeñas ondulaciones. La impresión era de que el castillo dormia sobre una superficie plana más o menos horizontal, pero la realidad eera que estaba asentado sobre un plano inclinado hacia el valle del Guadiana,  formando un ángulo tal que, el denivel desde donde yo me encontraba hasta la parte opuesta, seria de unos 12 metros. Normalmente estos desniveles se van salvando dando altura a los muros partiendo de la base.
Sin embargo en este castillo la ingenieria árabe optó por otra solución; mantener la altura de sus muros en todo su perímetro y para ello, construir una plataforma en donde asentarse. La paltaforma seria la que se amoldase a la inclinación  y sinuosidad del terreno y sirviera de imponenete cimiento a la fortaleza. Y como estamos en zona volcánica, se usaron rocas troceadas  de homogéneo y mediano tamaño ( unos 20 centímetros de lado ) y dando a su perfil una forma abalaurtada, aspera, escalonada y de dificil abordaje; los tejidos tanto inertes como vivos, son devorados por tan abrasivo meterial telúrico.
" Zarpa " es el nombre que recibe tan singular plataforma. Alarcos, es el lugar donde se aposenta el enigmático asentamiento.


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